19 May 2017
En una conversación reciente con un cliente rescatábamos esta idea que nos contó hace muchos años un cervecero y que es de aplicación a tantos otros ámbitos de la innovación.
Hace 5 o 10 años, cuando la cerveza artesana empezaba a ser un fenómeno en España, comenzaron a salir como setas pequeñas fábricas que montaban algunos iluminados e iluminadas con más voluntad que recursos. Estos chalados tenían por delante la tarea titánica de hacerse un hueco en un mundo tan disputado como el de la cerveza, aquello era David contra Golliat.
Uno de aquellos cerveceros era Fernando Campoy, fundador de Domus, quien nos contó esta idea de la coopetencia: «Cuando tienes un montón de pequeñísimos players en una industria tan complicada como esta, lo mejor que puedes hacer es coopetir, o sea, cooperar entre competidores, porque la medida de tu éxito no está hoy en tu share del mercado sino en hacer un hueco para otro tipo de consumo y que sea suficientemente grande como para albergar a todos esos pequeños actores».
Así, el tejido de la cerveza artesana creció sobre una cultura de coopetencia, promoviendo ferias, bares especializados donde se sirven muchas cervezas artesanas distintas y una política de apoyo mutuo donde es habitual que los cerveceros fabriquen unos en las fábricas de otros y se hagan todos los favores posibles.
¿Hubiera tenido éxito una sola cerveza artesana si hubiera querido entrar a competir sola contra los gigantes de la cerveza?
En realidad esta misma situación la observamos en muchos otros ámbitos de la innovación en modelos de negocio B2C, pero es poco habitual que distintos agentes cooperen de esta manera. Hay que aprender de los cerveceros artesanos!
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